lunes, abril 27, 2015

Posibles complicaciones al viajar en avión

A mi lado viaja una vieja blanca. Es la primera vez que se sube a un avión y me pide que le enseñe el complejo mecanismo del cinturón de seguridad. La vieja se persigna tantas veces que parece que esté espantando a una avispa y, si bien nunca ha volado, está claro que ha realizado una investigación a fondo acerca de las muchas cosas que pueden salir mal aquí arriba. Nada tan banal como una explosión y una caída libre. No, la vieja pasa a detallarme las posibilidades de la Trombosis Venosa Profunda (TVP o "Síndrome del Turista"), los peligros no del todo esclarecidos de las radiaciones cósmicas y su incidencia en el desarrollo de tumores, el tránsito de microorganismos infecciosos por los sistemas de refrigeración, las consecuencias de un descenso de la presión del oxígeno para los que padecen enfermedades respiratorias y la obstrucción de las trompas de Eustaquio, así como diversos dolores faciales y barosinusitis debidas a posibles variaciones de la presión barométrica. La miro y la escucho como si se tratara de una súbita deshidratación de mi incapacidad para creer que pueda existir alguien así y que se haya sentado conmigo. Aquí está. A mi lado.

- Mantra. Rodrigo Fresán.

Godzilla es mexicano

"Siempre me fascinó esa pasión turística de los monstruos gigantes. De un modo u otro, apenas llegan a la ciudad en cuestión, van directamente, como si acabaran de leer una guía, a derribar edificios históricos, ¿no? El monstruo como entidad turísticamente apocalíptiforme. Y Godzilla, monstruo patrio japonés, es particularmente interesante. Yo creo que, en realidad, es mexicano. Yo estoy seguro que en realidad Godzilla llegó a Japón nadando a través del océano Pacífico. Yo creo que Godzilla nació en Acapulco. Tengo pruebas, voy a leerte algo...", me dijo Martín Mantra y salió de la habitación y a los pocos minutos regresó con un libro pesado en cuya cubierta leí Historia General de las Cosas de Nueva España por Fray Bernardino de Sahagún, Franciscano.

[...]

"Ahí está. Clarísimo. Evidencia incontestablemente incriminaforme. Lo que acabo de leerte no puede ser sino una perfecta descripción de Godzilla en tiempos precolombinos. De hecho, el carácter de Godzilla es inequívocamente mexicaniforme: a veces es bueno, a veces es malo, pero siempre decide librar sus combates contra otros monstruos de pie y en el centro mismo de las ciudades que ha acudido a defender. Cuando lucha contra el Monstruo de Smog, por ejemplo. Godzilla cae varias veces sobre varios rascacielos... No entiendo por qué no se citan en otra parte para aclarar sus asuntos,¿no?... O tal vez sí. No sé, cuando sea grande a mí me gustaría ser el hombre adentro del traje de Godzilla, el hombre que en realidad eran dos hombres. Haruo Kakajima y Katsumi Tezuka, especialistas en artes marciales. Me parece la más honorablemente apocalípticaforme de todas las profesiones posibles. Lo que nunca terminaré de entender es por qué Godzilla se habrá ido a vivir a Japón pudiendo ser tan feliz en México..."

- Fragmento de Mantra. De Rodrigo Fresán.

viernes, abril 24, 2015

Mantra

Sorprendente, como decía un artículo por ahí en Letras Libres, que los mejores libros escritos sobre México de los últimos años hayan sido escritos por un chileno, Bolaño, con Los Detectives Salvajes y 2666 y Rodrigo Fresán, con su Mantra.

Aquí unos fragmentos de este libro que no deja de provocarme carcajadas inesperadas:

[...] por el camino, a bordo de ese auto largo y negro y pesado, me preguntó cómo escribía yo la palabra México. Me lo preguntó como si me pidiera una contraseña de la que dependía mi vida.

"M-É-X-I-C-O", deletreé la respuesta fácil a una pregunta que sospechaba, era trascendente para mi futuro inmediato.

"Perfecto - suspiró aliviado Martín Mantra-. México con x, como debe ser, con la letra x. México con x de galaxia: algo mucho más grande y poderoso que una ciudad o un país o una ciudad con nombre de país o un país con nombre de ciudad. Hay algo inmediatamente atractivo en las palabras que tienen una x adentro. México es la palabra más x que existe. Después viene Sexo, supongo. Desprecio a todos aquellos que escriben México con j. Méjico. Qué asco. [...]"

[...]

Así, nuestros juguetes eran los juguetes de una generación que jugaba poco (lo justo), veía muy poca televisión) tal vez porque era en blanco y negro y sólo el blanco y negro de Dimensión Desconocida parecía verosímil), leía muchos libros (porque se puede leer en colores), escuchaba bastante música (The Beatles y sollozantes cantautores de protesta españoles y chilenos siempre en el exilio), e iba mucho al cine a ver una y otra vez las mismas películas-fetiche. Los Aventureros, con Alain Delon y Lino Ventura; Lawrence de Arabia, con Peter O'Toole, eran dos de las más frecuentadas y allí me encontraba con otros hijos de padres disfuncionales que, también, ya se sabían de memoria hasta el último grano de arena del desierto o el último pedacito de metal de ese minivestido de la pobre heroína muerta, "Letitiá", por culpa de un tesoro sumergido. Las veía una y otra vez porque su trama era mejor que la vida con mis padres y porque, creo, necesitaba saber que los héroes existían y que lo suyo poco o nada tenía que ver con el heroísmo de quienes hablaban de cambiar el mundo y se olvidaban de cambiar las bombillas eléctricas del baño, lo que obligaba a bañarse a oscuras durante largas temporadas para después salir con jabón en los ojos a comerse un Patty frío con puré todavía más frío.

- Mantra. Rodrigo Fresán.

jueves, abril 16, 2015

Juan Villoro sobre el narco

La cosa no es tan fácil. Es jodido aceptarlo, pero los narcos han ayudado a un chingo de gente, gente que no tenía el menor chance de hacer algo. Cuando no son padrinos de una boda es porque son padrinos de una comunión, dan limosnas por todas partes, préstamos, le pagan el hospital a tu madre, el entierro a tu padre, le dan trabajo a tu pinche primo vago que en su puta vida había hecho algo. ¿Y sabes qué es lo más increíble? Que se creen inocentes. Yo me siento culpable todo el tiempo, por cualquier chingaderita, hasta por lo que no he hecho. Ellos no. Después de tantos sobornos, torturas, putas, asesinatos, traiciones y mierda y media, cualquier narco es capaz de sentirse como un Robin Hood místico porque ha ayudado a más gente de la que ha jodido y supone que Dios lo quiso así. Antes de matar bendicen sus AK-47, como los cristeros bendecían sus carabinas. Llevan crucifijos de oro por todas partes. ¿Sabes cuántos crucifijos llevaba el Chanchomón cuando lo mataron? Más de veinte. Era un capo de los más cabrones, por si no sabías. Tenía un calzón del que colgaban Cristos en miniatura. Ríete de la fe de los cristeros; los narcos hacen lo que sea por comprarse un ranchito en el cielo. Han aprendido a ver el peligro como una forma de martirio. Félix, tan mamón como siempre, habla de autofiguración. Es la pinche vida que los narcos se cuentan a sí mismos. Se autofiguran inocentes. 

- De El testigo. Juan Villoro.

lunes, abril 06, 2015

(...) y en época de mayor lejanía
también se retrataban en el pozo
aquellas adorables señoras en que ardía
la devoción católica y la brasa de Eros;
suaves antepasadas, cuyo pecho lucía
descotado, y que iban, con tiesura y remilgo,
a entrecerrar los ojos a un palco a la zarzuela,
con peinados de torre y con vertiginosas
peinetas de carey. Del teatro a la Vela
Perpetua, ya muy lisas y arrebujadas
en la negrura de sus mantos.
Evoco, todo trémuo, a estas antepasadas
porque heredé de ellas el afán temerario
de mezclar tierra y cielo, afán que me ha metido
en tan graves aprietos en el confesionario.

- Ramón López Velarde.

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