La gente va al cine por dos cosas: una, para olvidarse y la otra, compararse. A eso se debe, por ejemplo, el éxito de Don Juan Tenorio; en todos los hombres hay un poquito de tenorio, mientras que las mujeres quisieran ser Doña Inés, enamoradas, inocentes, víctimas de los malvados varones [...]

Testimonios del cine mexicano. Cuadernos de la Cineteca Nacional. México. Secretaría de Gobernación. 1975. vol. IV. pp.65-66