jueves, noviembre 17, 2011

Los alemanes



Para no perder el hábito de hacerme un blog con textos pirateados de fuentes que no son de mi autoría, os copio íntegro el editorial de la revista Lee + de las librerías Gandhi, esa que ponen dentro de las bolsas cuando uno compra libros y que muchas veces hojeamos dos veces y luego tiramos a la basura. Este mes la leeré con detenimiento, ya que trata de uno de mis temas favoritos: los alemanes.

Aquí el texto:

ALEMANIA VISTA DESDE AFUERA

Si preguntásemos a una agencia de publicidad norteamericana por Alemania, nos respondería que tiene un problema de imagen. Un problema que no se remonta simplemente a los tiempos de ese Adolf que tanto se parecía a Chaplin, pues lo cierto es que la imagen de los alemanes era pésima desde mucho antes. Ya en tiempos de Shakespeare, se les consideraba unos borrachos que llenaban sus barrigas de cervezas y el aire de rudas canciones. En la época de Goethe, sin embargo, el mundo descubrió la literatura, las universidades y la erudición alemanas; entonces fue cuando los alemanes consiguieron dar la imagen más amable de sí mismos, centrada en la figura del erudito, ese personaje medio chiflado que en una universidad de provincias se entregaba a especulaciones ajenas al mundo y esbozaba caprichosos sistemas metafísicos de una incomprensible originalidad; […]. Su heredera sería la imagen tópica del alemán como un mad scientist, un cliché que debía parte de su fuerza a la popularidad alcanzada por el personaje de Fausto […].

Esta imagen se transformó radicalmente con la fundación del imperio alemán por parte de Prusia y con el militarismo ejercido por Guillermo II antes de la I Guerra Mundial. El alemán se convertía ahora en un individuo con monóculo y voz ronca, en un temible hombre-máquina, uniformado y con casco de punta, a quien la instrucción militar le había arrebatado todo sentimiento y en quien el lenguaje humano se reducía a la voz de mando y al saludo militar.

[…] Los nazis añadieron además a esta imagen el elemento demoniaco, una pizca de locura que se ponía de manifiesto en el fuerte contraste existente entre la más fría crueldad y una enorme sensibilidad musical. […] En esta imagen tradicional del alemán hay tres elementos que han permanecido invariables, la tendencia a la locura, la rudeza provinciana y el elemento de brutalidad y machismo que en la época de Guillermo II adoptó la forma de militarismo.

[…] De ahí la “primera regla” que ha de observar un alemán: en tu trato con los extranjeros, eleva la dosis de amabilidad hasta encontrarla exagerada. Lo que tú crees exagerado, tu interlocutor lo considerará normal.


Extracto tomado del libro La cultura. Todo lo
que hay que saber, de Dietrich Schwanitz, editado
por Taurus.


Extrañamente familiares me resulta la descripción de "el fuerte contraste existente entre la más fría crueldad y una enorme sensibilidad musical" y la extrema amabilidad que muestran con los extranjeros.

Qué miedito, lector.

Por cierto, la revista completa la podéis leer en PDF si dan click en este link.

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