De repente, en clase, en medio de un monólogo no improvisado sobre estrategias del cine, cine y lenguaje y literatura y poesía, se me vino a la mente la terrible hipocresía de las salchichas, horrorosa abstracción de la carne, que no sólo habla propiamente dicho de las salchichas, ya que estamos en ello, si no de la hipocresía general de la sociedad en la que vivimos. Es querer comer la carne sin ver la sangre. Como dice un dicho popular "el que quiera azul celeste, que le cueste." Coño, ni siquiera hay que matar al puerco, que ya con eso tendríamos menos carnívoros.
Propongo: como iniciación a la comedera de carne, llevemos primero a los niños a ver cómo matan a las terneras, los puerquitos, los pollos, los conejos y ya veremos como bajan los índices de consumo de tan preciado alimento.
Las salchichas, bien, pero entonces aprendamos a manejar los cuchillos.
Saludos, carnívoro -mas hipócritamente no carnicero- lector.
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