jueves, mayo 28, 2009

Sobre la necesidad de las relaciones causales en la percepción del mundo

La construcción de la realidad más comunmente aceptada descansa en la idea de que el mundo no puede ser caótico; no porque no tengamos pruebas de esa idea sino porque semejante mundo resultaría intolerable. (...) Los físicos nos declaran fehacientemente que poseen demostraciones matemáticas de su imagen del mundo. Como esas demostraciones se refieren empero a un mundo que no podemos representarnos, nosotros continuamos viviendo como si el efecto se siguiera a la causa, y en la vida de todos los días encontramos ininterrumpidamente "pruebas" de que el hecho A al manifestarse es causa del hecho B, de que B es por lo tanto el efecto de A, de que sin A no se produciría B, de que B al manifestarse se convierte a su vez en causa de C, y así sucesivamente. Durante milenios, desde Aristóteles pasando por Descartes y Newton hasta el pasado reciente, este pensamiento causal construye (con el concepto de espacio tridimensional y con el concepto del decurso regular del tiempo) no sólo la imagen del mundo científica sino también la imagen social. De ese pensamiento derivan también en última instancia los conceptos occidentales de responsabilidad, de derecho y de culpa, de moral, de estéticay de ética y sobre todo los conceptos de lo verdadero y lo falso.

Cuando este pensamiento causal ya no calza con los hechos -en el sentido de von Glaserfeld- parece desatarse el caos. Como, según dijo una vez Nietzsche, el hombre es capaz de soportarlo casi todo siempre que encuentre un porqué, estamos permanentemente ocupados en fabricar un porqué invulnerable. Cuando esta fabricación fracasa, nos precipitamos de cabeza en el horror, en la locura, en la experiencia de la nada.

- Watzlawick, Paul. "¿Efecto o causa?" en Watzlawick, Paul y otros. "La realidad inventada" Gedisa. 1981. Págs. 57-58.

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