viernes, agosto 15, 2014

Huxley sobre la naturaleza salvaje

El culto a la naturaleza es un producto de las buenas comunicaciones. En el siglo dieciséis todos los hombres sensatos detestaban la naturaleza en estado salvaje. (...) Fue solamente después de que se hicieron los caminos cuando la gente comenzó a alzar las manos y a bendecir a la naturaleza. Sin dominar, la naturaleza no parece tanto divina como siniestra, alarmante y, sobre todo, exasperantemente obstructiva. Andar caminando por las montañas cuando uno sabe que en cualquier momento se puede deslizar al valle y encontrar un buen camino con ómnibus y un servicio de wagonslits es un pasatiempo delicioso. Pero si uno tiene que ir atravesando esas mismas montañas no por placer sino por obligación y por la razón suficiente de que no hay otro medio para llegar a donde se quiere ir... bueno, pues el caso es muy distinto. Lo sublime de la naturaleza -y estas malditas barrancas son indudablemente sublimes- llega a ser contemplado no con adoración sino con rabia, no como evidencia de la tarea divina sino como trampas para bobos tendidas por algún insoportable demonio bromista. En Centroamérica uno aprende a comprender la actitud clásica hacia la naturaleza.

Mas allá del Golfo de México. Aldous Huxley. 

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