viernes, septiembre 19, 2014

Reflexiones finales (al llegar a Inglaterra)

Yo me preguntaba por qué México me había desagradado tanto: esto era mi país. Uno siempre espera algo distinto.

"Durante el invierno clamamos por la primavera,
y durante la primavera clamamos por el verano, 
y cuando los setos son más abundantes
declaramos que el invierno es la mejor época;
y después de eso no hay nada bueno 
porque la primavera no ha llegado;
ni comprendemos que lo que turba nuestra sangre
es el anhelo de la tumba."

- Caminos sin ley. Graham Greene

Greene sobre Norteamérica

Odiaba a México, pero en ciertos momentos me parecía que había lugares peores. "Una vez en un libro..." Aquí había violencia y opresión, hambre e idolatría, pero uno vivía bajo la sombra de la religión, una religión, de Dios o del Diablo. "Cotizaciones son invitaciones", eso no era el mal, eso no era absolutamente nada, era simplemente el drugstore y la Coca-Cola, el sandwich de lechuga, el mundo cromado, vacío, sin gracia, sin pecado.

- Caminos sin ley. Graham Greene. 

miércoles, septiembre 10, 2014

Graham Greene sobre Villahermosa, Tabasco

Por la noche me despertaron los escarabajos, que se golpeaban contra las paredes. Maté dos; uno en el mismo centro del amplio piso de baldosas, pero cuando me desperté no quedaban ni rastros. Era demasiado insólito. ¿Habría soñado? Entonces busqué el otro, y lo encontré rodeado de hormigas que aparecían en grandes destacamentos entre las baldosas. Deben de haberse comido completamente al primero.

[...]

Nada que hacer, salvo beber bebidas efervecentes, con gusto a fruta (ningún milagro en este estado sin Dios convertiría esta agua gaseosa en vino) y observar la horrorosa abundancia de la mera vida. No se puede abrir un libro sin que un ser diminuto atraviese precipitadamente la página; los puestos están llenos de grandes frutas pulposas e insípidas, y cuando se encienden las luces, aparecen los insectos; la calle que corre junto al río verde y rancio está negra de bichos. Uno los mata en el piso de su cuarto, y por la mañana, como ya dije, ya han sido utilizados en abrevar nuevas vidas; esas hordas de hormigas que aparecen entre las baldosas al olor de la muerte o de los dulces. Una mañana compré un poco de azúcar para llevármelo conmigo a Chiapas, y cuando me acosté por la tarde un ejército de hormigas desfilaba por tres de los cuatro lados de mi cuarto.

[...]

Era una noche espantosa. La acera frente al hotel estaba negra de insectos. Había escarabajos en cada escalón, desde la dínamo eléctrica hasta el primer piso; explotaban contra las lámparas y las paredes y caían con un ruidito de granizo. En alguna parte había una tormenta, pero el aire de Villahermosa no se despejó nunca. Entré en mi cuarto y maté siete cascarudos; los cadáveres se movían tan rápidamente como en vida, arrastrados por las hordas de hormigas. Me recosté y leí un libro de Trollope, con nostalgia. De vez en cuando me levantaba y mataba otro escarabajo (doce en total).

- De Caminos sin ley. Graham Greene.

El Moby Dick de los escarabajos. 

Locations of visitors to this page