jueves, abril 16, 2015

Juan Villoro sobre el narco

La cosa no es tan fácil. Es jodido aceptarlo, pero los narcos han ayudado a un chingo de gente, gente que no tenía el menor chance de hacer algo. Cuando no son padrinos de una boda es porque son padrinos de una comunión, dan limosnas por todas partes, préstamos, le pagan el hospital a tu madre, el entierro a tu padre, le dan trabajo a tu pinche primo vago que en su puta vida había hecho algo. ¿Y sabes qué es lo más increíble? Que se creen inocentes. Yo me siento culpable todo el tiempo, por cualquier chingaderita, hasta por lo que no he hecho. Ellos no. Después de tantos sobornos, torturas, putas, asesinatos, traiciones y mierda y media, cualquier narco es capaz de sentirse como un Robin Hood místico porque ha ayudado a más gente de la que ha jodido y supone que Dios lo quiso así. Antes de matar bendicen sus AK-47, como los cristeros bendecían sus carabinas. Llevan crucifijos de oro por todas partes. ¿Sabes cuántos crucifijos llevaba el Chanchomón cuando lo mataron? Más de veinte. Era un capo de los más cabrones, por si no sabías. Tenía un calzón del que colgaban Cristos en miniatura. Ríete de la fe de los cristeros; los narcos hacen lo que sea por comprarse un ranchito en el cielo. Han aprendido a ver el peligro como una forma de martirio. Félix, tan mamón como siempre, habla de autofiguración. Es la pinche vida que los narcos se cuentan a sí mismos. Se autofiguran inocentes. 

- De El testigo. Juan Villoro.

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