El joven narrador suele acompañar de vez en cuando a su padre - en un imponente automóvil Minerva con chofer - desde su hogar en Caldy, Wirral, hasta Birkenhead, donde el padre toma el ferry que remonta el río Mersey hasta sus oficinas en Liverpool. Por el camino, siempre se cruzan con un vecino, un abogado, que parece preferir caminar esos doce kilómetros desde la villa al barco. Al verlos pasar en la limousine, el abogado siempre los saluda con una sonrisa triste y un movimiento casi militar de su bastón. El padre nunca devuelve el saludo y cuando el chico le pregunta quién es ese hombre y por qué lo ignora una y otra vez, le responde: "Es alguien sin la menor disciplina." Y cuando el chico insiste, vuelve a preguntar, el padre da por terminada la conversación con un: "Es un borracho." El chico no sabe muy bien qué es un borracho pero sí sabe que ese hombre día tras día elige recorrer esa larga distancia, lluvia o nieve o sol, y de pronto le parece que ese desconocido es la persona más heróica y admirable que jamás ha conocido y conocerá. El automóvil se aleja, el chico se voltea para ver al hombre cada vez más pequeño y más atrás en el camino, y a la hora de ponerlo por escrito tantos años después recuerda: "Mi padre nunca lo supo, pero fue entonces cuando decidí secretamente que cuando fuera grande yo iba a ser un borracho."
viernes, mayo 08, 2015
Mi historia favorita del Malcolm Lowry, María-Marie, no transcurre en México, pero México no podría haber transcurrido en la historia de Malcolm Lowry de no ser por esta historia que Lowry terminó escribiendo al costado del manuscrito de un cuento inédito titulado "Enter One In Sumptuous Armour":
El joven narrador suele acompañar de vez en cuando a su padre - en un imponente automóvil Minerva con chofer - desde su hogar en Caldy, Wirral, hasta Birkenhead, donde el padre toma el ferry que remonta el río Mersey hasta sus oficinas en Liverpool. Por el camino, siempre se cruzan con un vecino, un abogado, que parece preferir caminar esos doce kilómetros desde la villa al barco. Al verlos pasar en la limousine, el abogado siempre los saluda con una sonrisa triste y un movimiento casi militar de su bastón. El padre nunca devuelve el saludo y cuando el chico le pregunta quién es ese hombre y por qué lo ignora una y otra vez, le responde: "Es alguien sin la menor disciplina." Y cuando el chico insiste, vuelve a preguntar, el padre da por terminada la conversación con un: "Es un borracho." El chico no sabe muy bien qué es un borracho pero sí sabe que ese hombre día tras día elige recorrer esa larga distancia, lluvia o nieve o sol, y de pronto le parece que ese desconocido es la persona más heróica y admirable que jamás ha conocido y conocerá. El automóvil se aleja, el chico se voltea para ver al hombre cada vez más pequeño y más atrás en el camino, y a la hora de ponerlo por escrito tantos años después recuerda: "Mi padre nunca lo supo, pero fue entonces cuando decidí secretamente que cuando fuera grande yo iba a ser un borracho."
El joven narrador suele acompañar de vez en cuando a su padre - en un imponente automóvil Minerva con chofer - desde su hogar en Caldy, Wirral, hasta Birkenhead, donde el padre toma el ferry que remonta el río Mersey hasta sus oficinas en Liverpool. Por el camino, siempre se cruzan con un vecino, un abogado, que parece preferir caminar esos doce kilómetros desde la villa al barco. Al verlos pasar en la limousine, el abogado siempre los saluda con una sonrisa triste y un movimiento casi militar de su bastón. El padre nunca devuelve el saludo y cuando el chico le pregunta quién es ese hombre y por qué lo ignora una y otra vez, le responde: "Es alguien sin la menor disciplina." Y cuando el chico insiste, vuelve a preguntar, el padre da por terminada la conversación con un: "Es un borracho." El chico no sabe muy bien qué es un borracho pero sí sabe que ese hombre día tras día elige recorrer esa larga distancia, lluvia o nieve o sol, y de pronto le parece que ese desconocido es la persona más heróica y admirable que jamás ha conocido y conocerá. El automóvil se aleja, el chico se voltea para ver al hombre cada vez más pequeño y más atrás en el camino, y a la hora de ponerlo por escrito tantos años después recuerda: "Mi padre nunca lo supo, pero fue entonces cuando decidí secretamente que cuando fuera grande yo iba a ser un borracho."
- Fragmento de Mantra. De Rodrigo Fresán.
Mande (Obedezca)
Mande es la palabra que, con engañosa docilidad, te dicen los mexicanos para, acto seguido, hacer lo que les da la gana, María-Marie. O no hacer nada que no tengan ganas de hacer.
- Mantra. Rodrigo Fresán.
jueves, mayo 07, 2015
San Felipe de Jesús, primer santo mexicano
Jack Kerouac - Mexico City Blues
Mexico City Blues [113th Chorus]
Got up and dressed up and went out & got laid Then died and got buried in a coffin in the grave, Man— Yet everything is perfect, Because it is empty, Because it is perfect with emptiness, Because it’s not even happening. Everything Is Ignorant of its own emptiness— Anger Doesn’t like to be reminded of fits— You start with the Teaching Inscrutable of the Diamond And end with it, your goal is your startingplace, No race was run, no walk of prophetic toenails Across Arabies of hot meaning—you just numbly don’t get there
martes, mayo 05, 2015
Fray Servando Teresa de Mier
Ayer leí (en Mantra, obviamente) sobre el famoso sermón de Servando Teresa de Mier el 12 de diciembre de 1794 que le valió el exilio de México. En él decía que la virgen no se le había aparecido a Juan Diego sino que fue traída a México 1500 años de la llegada de los españoles por Santo Tomás, siendo, "quizá, el primer antecendente histórico conocido de teoría einsteniana y mecánica cuántica a la vez que entroncaba sin dificultad con la percepción multidimensional de los aztecas." Siendo que los indígenas creían en la Virgen, luego volvieron a su idolatría vistiéndola con los rasgos de Tonantzin hasta que los españoles la trajeron de vuelta.
Luego homenajearon su memoria poniéndole su nombre a una calle en el centro.
Ahora me voy enterando de que Reinado Arenas dedicó una novela a la vida de Fray Servando Teresa de Mier titulado "El mundo alucinante". Corro a la librería.
Luego homenajearon su memoria poniéndole su nombre a una calle en el centro.
Ahora me voy enterando de que Reinado Arenas dedicó una novela a la vida de Fray Servando Teresa de Mier titulado "El mundo alucinante". Corro a la librería.
lunes, mayo 04, 2015
¿Dónde (queda?)
Preguntamos direcciones en Tenochtitlán (a.k.a.) México D.F. (a.k.a.) Ciudad de México (a.k.a.) Distrito Federal (a.k.a.) D.F. Desplegamos mapas demasiado grandes en calles donde la gente camina apretada como frijoles. Marcamos un punto, una x, un círculo. El sitio adonde llegar. La cuestión es, claro, en dónde estamos, dónde quedamos. Buena pregunta. ¿Dónde queda algo en Ciudad de México? La respuesta de los mexicanos es, siempre, educada hasta la incomodidad. Respuesta larga, llena de flechas y de atajos. Tomamos nota. Tomamos ese rumbo. Llegamos a cualquier parte menos a donde queremos y necesitamos llegar. Es ahí cuando comprendemos que los mexicanos - por buena educación, por serviciales - prefieren responder cualquier cosa menos no sé.
Pues sí.
Pues sí.
- Mantra. Rodrigo Fresán.
Tragarse al dios
Aún así, la parte esa de "el cuerpo de Cristo y la sangre de Cristo" les gusta a los mexicanos, les divierto eso de tragarse al dios, les parece muy azteca, después de todo, muy sincrético sin saber todavía lo que es el sincretismo.
- Mantra. Rodrigo Fresán.
Sobre la imposición de la religión católica a los indios recién conquistados.
- Mantra. Rodrigo Fresán.
Sobre la imposición de la religión católica a los indios recién conquistados.
Telenovelas divinas
Las Guerras Floridas, los pétalos de sangre y la ciudad se va tragando a sí misma hasta que no es más que unas frágiles construcciones en una pequeña isla en el centro de un lago con un nopal en su centro sobre el que ahora un águila escupe una serpiente. Guerras, más guerras. Huitzilopochtli baila y une los pedazos de su hermana Coyolxauhqui, la madre Coatlicue resucita. Telenovelas divinas.
- Mantra. Rodrigo Fresán.
Fragmento de la historia del D.F contada al revés.
Ciencia ficción mexicana
Hay poca ciencia-ficción mexicana. Algún científico loco, algún robot en mal estado casi siempre asociado al mundo de los luchadores enmascarados. Abundan, en cambio, hombres-lobo, vampiros, momias egipcias (no muchas) y siempre pertenecientes a las especies autóctonas "de Guanajuato" o "aztecas", monstruos de Frankenstein, almas en pena, zombis de museo de cera, indios que conversan con la muerte y se mueren por comerse un pavo entero, espetros circulares de familiares, médicos asesinos, madres lloronas, ladrones muertos en películas con títulos como - mi favorito - Los Cadáveres Piensan. Todos ellos, en ocasiones, suelen volar en ovni. Pero no se entiende muy bien por o para qué. La frágil y futurista ciencia-ficción mexicana acaba, siempre, sucumbiendo ante la potencia del siempre pretérito género fantástico mexicano.
- De Mantra. Rodrigo Fresán.