martes, julio 05, 2005

El significado de las cosas

A resultas de una discusión con Tona posteo esto.

Las huellas del alma
El alma se expresa en la palabra y en el gesto, pero, además, se imprime en la obra. El gesto y la palabra dicha se volatilizan, y queda del alma que fue sólo la obra y la palabra escrita. Son sus huellas, sus presiones sobre la materia, llenas de significación. No es desdeñable enseñanza que la materia, lo más opuesto al alma, sea la encargada de hacer pervivir a ésta. El resto del espíritu que no ha logrado materializarse se evapora.

Para penetrar en un alma tenemos que inclinarnos sobre la materia y arrastrar sus huellas como para dar caza a un animal fugaz. El alma tiene la facultad de impregnar la materia en torno; no puede llegarse a ella sin darle alguna forma que sale de su propio fondo, que es su íntima emanación. Estas conformaciones o deformaciones son la confesión perdurable que la espiritualidad deja, como prenda de su fluido ser, en nuestras manos.

Y sería un error creer que, de esos dos medios de manifestación duradera que el alma posee --la palabra escrita y la obra--, es aquélla la que nos revela los mayores secretos. En la palabra, ciertamente, se propone el alma exteriorizar algo de sí misma; por esto decimos que se expresa. En la obra no se propone nada parecido, sino simplemente producir un objeto útil o grato: la morada, la espada, la estatua. Pero es el caso que esos objetos pueden tener formas innumerables, y al preferir una el alma y excluir las demás, nos revela, sin sospecharlo, un secreto profundo de su ser, más profundo que todo lo que pudo decir con sus palabras. Adviértase que aquellas convicciones y sentimientos que forman el estrato último de nuestra persona son para nosotros de tal modo evidentes, constituyentes supuestos tan primarios de nuestra vida, que ni siquiera reparamos en ellos, y menos puede ocurrírsenos comunicarlos. Se dice sólo lo que nos parece diferencial, lo que varía, lo que en algún sentido es cuestionable, lo que acontece sobre ese fondo último de actitudes y creencias. Pues bien, estos secretos últimos son los que avienta el alma cuando no pretende expresarse sino que, indeliberadamente, prefiere unas formas a otras, en los intrumentos, en las artes, en las instituciones. Más aún que la expresión de la palabra, es sincera e indiscreta la impresión en la obra. La única ventaja de la palabra es que es más clara, circunscribe más estrechamente su significado. La obra es un lenguaje más vago tal vez, por lo mismo que enuncia las más vastas confesiones. De todas suertes, el alma de un pueblo antiguo sólo es inteligible cuando se confrontan sus palabras y sus obras. La civilización entera de la raza se presenta a nuestros ojos como una innumerable gesticulación, como un amplísimo lenguaje.


José Ortega y Gasset

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