Malicia
en los ojos malsanos
de hombres paganos
una chispa de alegría,
no comprendía,
por qué ese brillo.
Y al mirarles a la cara
una mueca de burla
en su boca lucía,
más extensa y sombría
siempre aparecía.
Y mi alma de niña
no comprendía
que eran deseos,
deseos de hombres,
de hombres impuros.
Y cuando más tarde crecí
y comprendí
por qué los hombres,
miraban así, con obstinación,
el cuerpo armonioso,
que con ostentación
porta una mujer:
era la tentación
que desbordaba su pasión.
Y eran los ojos
intérpretes de su alma
que reflejaban
sin definir expresión,
como en embrión;
poco a poco miraban
de porción en porción
con emoción
de su ilusión
la duración
de su visión,
palpitándoles el corazón,
pensando sin comprensión
en la abstención
y en definición
a su devoción.
Del Omnibus de Poesía Mexicana. Presentado, compilado y anotado por Gabriel Zaid.
Excelsa poesía mexicana.