jueves, abril 29, 2010

Acerca de los Estados latinoamericanos

¿Para qué seguir haciendo como que tenemos Estados, pregunta el escritor José Ignacio Cabrujas cuando lo consulta la Comisión Presidencial para la Reforma del Estado Venezolano, si el Estado "es un esquema de disimulos"? Venezuela, explica, se fue creando como un campamento, habitado primero por tribus errantes y luego por españoles que la usaron como mero sitio de paso en la búsqueda del oro prometido, hacia Potosí o El Dorado. Con el progreso lo que se hizo fue convertir el campamento en un gigantesco hotel, en el que los pobladores se sienten huéspedes y el Estado un gerente "en permanente fracaso a la hora de garantizar el confort de sus huéspedes".

Vivir, es decir, asumir la vida, pretender que mis acciones se traducen en algo, moverme en un tiempo histórico hacia un objetivo, es algo que choca con el reglamento del hotel, puesto que cuando me alojo en un hotel no pretendo transformar sus instalaciones, ni mejorarlas, ni adaptarlas a mis deseos. Simplemente las uso.


En algún momento se pensó que era necesario un Estado capaz de administrarlo, un conjunto de instituciones y leyes para garantizar un mínimo de orden, "ciertos principios elegantes, apolíneos más que elegantes, mediante los cuales íbamos a pertenecer al mundo civilizado".

Habría sido más justo inventar esos artículos que leemos siempre al ingresar en un cuarto de hotel, casi siempre ubicados en la puerta. "Cómo debe vivir usted aquí", "a qué hora debe marcharse", "favor, no comer en las habitaciones", "queda terminantemente prohibido el ingreso de perros en su cuarto", etc., etc. es decir, un reglamento pragmático y sin ningún melindre principista. Este es su hotel, disfrútelo y trate de echar la menos vaina posible, podría ser la forma más sincera de redactar el primer párrafo de la Constitución Nacional.

- Entrada a Nestor García Canclini en Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad.

El texto citado de Cabrujas es "El Estado del disimulo"en Heterodoxia y Estado. 5 respuestas, Estado y Reforma, Caracas, 1987.

Eso más bien aplica, en mi parecer, a los Estados europeos, donde el requisito fundamental de la ciudadanía parece recidir en seguir correctamente un set de reglas para todo tipo de eventos: cómo trabajar, cómo comer, cómo y cuanto dormir, cómo usar los tenedores y las cucharas, cómo saludar, cuyo incumplimiento puede generar sorpresa: "ay qué simpática", desprecio: "qué salvaje e incivilizada" o simplemente, que te ignoren, y te conviertas en uno de los miles de inmigrantes a los que nadie les habla.

En ese caso el Estado europeo sería entonces un cuartel militar, más que un hotel, porque no hay nada de voluntario ni temporal en el asunto. Se aceptan las reglas del juego o es la muerte social.

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