martes, agosto 26, 2014

Huxley sobre los indios y la comodidad

La comodidad es un invento moderno, y el tratar de obtenerla, una actividad muy reciente. Nuestros antepasados vivían en una austera escasez atemperada (en el caso de los ricos) por la magnificencia. Un noble napolitano del siglo dieciocho podía alimentarse con guisantes, y en invierno, tiritar en una casa helada, pero la casa era un palazzo y él salía en coche, usaba una espada enjoyada y era seguido por doce lacayos. La escala de valores del indio es la misma que la del noble napolitano. No posee muebles, su casa deja colar el viento y la lluvia, carece de vajilla, de lavadero, de provisión de agua, de chimenea, de muda de ropas. Innumerables necesidades a ser provistas. Pero él no las siente como necesidades y no intenta proveerlas. Para lo que ahorra laboriosamente, centavo a centavo, es, antes que nada, para un rifle con el fin de poder, si el caso, asesinar a su vecino; luego para un sombrero principesco con el que lucirse fuera de casa y excitar la envidia general; y, finalmente, (más, sin duda, para vanagloriarse que por un deseo humanitario de ahorrarle trabajo a su esposa) una máquina de coser. Los placeres que nosotros apreciamos más son placeres físicos. Los indios mexicanos prefieren el placer psicológico. Obtienen más alegrías de una vanidad satisfecha que de una carne acunada neumáticamente. En la clasificación de las concupiscencias las suyas deben figurar por encima de las nuestras, supongo. La fama - de forma bastante ridícula, sin duda, pero aun así famal, incuestionablemente- es su meta: "esa última debilidad de una noble mente". Mientras que nosotros preferimos los placeres animales de los sentidos.

- Aldous Huxley. Más allá del Golfo de México. 

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