Los catalanes
Impresiones de Fray Servando Teresa de Mier sobre los catalanes, cuando visitó su tierra en 1803.
"(...) su fisonomía me parece la más fea de todos los españoles, aunque son fornidos, altos y robustos. Dicen que Cataluña viene de Gollandia, esto es, tierra de godos, y me parece que es allí donde se ha conservado más su fisonomía. Las narices son de una pieza con la frente. Las mujeres también son hombrunas, y no vi en toda Catalúña una verdaderamente hermosa, excepto algunas entre la gente pobre de Barcelona, hechuras de extranjeros o de la tropa que siempre hay en aquella ciudad de las demás partes del reino. Su vestido es un chaleco, unos calzones, sus zapatos de cuerda de cáñamo o alpargatas, y su gorro de lana colorado. Estas dos últimas cosas las lleva hasta la gente decente y los curas en sus casas. Todos parecen cautivos; y como una parte de la Francia son catalanes, y como tales hacen comercio en América, este gorro encarnado es el mismo gorro encarnado de la libertad francesa. El genio es alborotador y escandaloso por la más mínima cucaña, indómito y revoltoso.
Pero no se parecen a los españoles en ser holgazanes y perezosos. Son agricultores, comerciantes, fabricantes, carruajeros, navegantes, y no se dan un instante de reposo. ¿De qué provendrá esta enorme diferencia? Así como la Europa es la más activa de todas las partes del mundo y no deja en quietud y paz a las otras, porque es la menos rica en producciones, la más pobre y menesterosa, así la actividad de los catalanes proviene de habitar el país más miserable, estéril y montuoso de España. Hombre pobre, todo es trazas, y allí el que no se menea no come. Ellos labran los montes en escalones que llaman bancales, y en cada bancal siembran unas coles que poco medran, y sus hojas verdes son su comida regular, atole de maíz desleído en agua que llaman farinetas, y pan de maíz, centeno o mijjo, que es una semilla pequeña negrita. Sus panes los forman o en ruedas tan grandes como una adarga, o en unos rollos largos de una vara, y con un cuchillo de dos cachas, como si fuese sierra, van cortando cada día para comer, porque no amasan sino por meses. A las tres de la mañana ya se levantan las mujeres para cocer las coles con agua y sal, y a las tres y media almuerzan los hombres para irse a trabajar toda la noche. De lo que produce su sudor pagan dos partes al dueño del campo, y de la tercera viven. Nunca beben agua en jarro o vaso, ni sin teñirla con vino ordinario; ha de ser en un porrón, esto es, un cantarillo con un caño o pico que levantan al aire, y de allí les está cayendo un chorro regularmente sobre la vuelta del labio superior, y a veces desde el carrillo, por galaneta, porque en esto cabe su vanidad, como en que la punta del gorro colorado venga a caer sobre la ceja. Los forasteros nos desesperamos porque no hay otros vasos, y ellos tienen por una grandísima porquería aplicar los labios. La verdad es que este es un ramo de su economía para no gastar vino, porque aunque se esté bebiendo un cuarto de hora, como el chorro es tan delgado, muy poco vienen a beber. Pero es tan infalible el no beber agua sola, que hasta los niños de pecho, cuando las madres la beben, les dan evacuaciones."
"(...) su fisonomía me parece la más fea de todos los españoles, aunque son fornidos, altos y robustos. Dicen que Cataluña viene de Gollandia, esto es, tierra de godos, y me parece que es allí donde se ha conservado más su fisonomía. Las narices son de una pieza con la frente. Las mujeres también son hombrunas, y no vi en toda Catalúña una verdaderamente hermosa, excepto algunas entre la gente pobre de Barcelona, hechuras de extranjeros o de la tropa que siempre hay en aquella ciudad de las demás partes del reino. Su vestido es un chaleco, unos calzones, sus zapatos de cuerda de cáñamo o alpargatas, y su gorro de lana colorado. Estas dos últimas cosas las lleva hasta la gente decente y los curas en sus casas. Todos parecen cautivos; y como una parte de la Francia son catalanes, y como tales hacen comercio en América, este gorro encarnado es el mismo gorro encarnado de la libertad francesa. El genio es alborotador y escandaloso por la más mínima cucaña, indómito y revoltoso.
Pero no se parecen a los españoles en ser holgazanes y perezosos. Son agricultores, comerciantes, fabricantes, carruajeros, navegantes, y no se dan un instante de reposo. ¿De qué provendrá esta enorme diferencia? Así como la Europa es la más activa de todas las partes del mundo y no deja en quietud y paz a las otras, porque es la menos rica en producciones, la más pobre y menesterosa, así la actividad de los catalanes proviene de habitar el país más miserable, estéril y montuoso de España. Hombre pobre, todo es trazas, y allí el que no se menea no come. Ellos labran los montes en escalones que llaman bancales, y en cada bancal siembran unas coles que poco medran, y sus hojas verdes son su comida regular, atole de maíz desleído en agua que llaman farinetas, y pan de maíz, centeno o mijjo, que es una semilla pequeña negrita. Sus panes los forman o en ruedas tan grandes como una adarga, o en unos rollos largos de una vara, y con un cuchillo de dos cachas, como si fuese sierra, van cortando cada día para comer, porque no amasan sino por meses. A las tres de la mañana ya se levantan las mujeres para cocer las coles con agua y sal, y a las tres y media almuerzan los hombres para irse a trabajar toda la noche. De lo que produce su sudor pagan dos partes al dueño del campo, y de la tercera viven. Nunca beben agua en jarro o vaso, ni sin teñirla con vino ordinario; ha de ser en un porrón, esto es, un cantarillo con un caño o pico que levantan al aire, y de allí les está cayendo un chorro regularmente sobre la vuelta del labio superior, y a veces desde el carrillo, por galaneta, porque en esto cabe su vanidad, como en que la punta del gorro colorado venga a caer sobre la ceja. Los forasteros nos desesperamos porque no hay otros vasos, y ellos tienen por una grandísima porquería aplicar los labios. La verdad es que este es un ramo de su economía para no gastar vino, porque aunque se esté bebiendo un cuarto de hora, como el chorro es tan delgado, muy poco vienen a beber. Pero es tan infalible el no beber agua sola, que hasta los niños de pecho, cuando las madres la beben, les dan evacuaciones."
- Fray Servando Teresa de Mier. Memorias. Ed Porrúa.
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