miércoles, mayo 14, 2008

No, no, no

No salgo de mi asombro.

Orden de los hechos.

1) Leo libros sobre teoría e historia del documental, veo por todos lados The Thin Blue Line, The Thin Blue Line. Es de Errol Morris, soy su fan, tengo el docu desde hace mucho tiempo pero no lo he visto (parte de los incovenientes de vivir en Barcelona).

2) Bueno... me fascino con la historia, mordedera de uñas, pedos, mordidas desesperadas al chocolate con almendras que juraba no abrir hasta mañana. Lo empiezo a ver cuatro veces, que si con subtítulos, que si me distraen, que si no, que mejor para verla sin distracciones, que si mejor entender exactamente todo lo que dicen. Al final decido verla con subtítulos.

3) Empiezo a darme cuenta (como cualquier persona con sentido común) de que Randall Adams es inocente, y que David Ray Harris es un cabrón... Compadezco profundamente al primero, me enamoro perdidamente del segundo.

4) Randall Adams es inculpado injustamente por un asesinato que cometió David Ray Harris. Su único delito fue haber estado caminando por la carretera esa noche y permitir que Harris le diera un aventón. (Mientras descubro esto no puedo dejar estar fascinada por la personalidad de Harris, el descaro hecho persona).

5) Descubro -como cualquier otro espectador en el mismo punto de la película- que a Adams le cambian la sentencia de pena de muerte a cadena perpetua, y que, en cambio, Harris ha seguido delinquiendo y finalmente es condenado a muerte por un asesinato -cuya confesión no puede eludir esta vez-.

6) Enamorada como estoy, lo primero que hago después de que empiezan a salir los créditos es buscar "David Ray Harris" en nuestro fiel amigo Google.

Bueno... -y ahora viene lo que más miedo da- el documental, estilísticamente impecable, las imagenes de los testimonios perfectamente maquillados por la luz y la música de Philip Glass que evocan a la vez los programas policíacos de la televisión de medianoche y los dramas hollywoodenses convencionales, da la sensación de estar viendo una magnífica puesta en escena de un trabajo de ficción, con un guión donde cada línea está calculada para lograr el efecto dramático más contundente. En fin... Google comprueba la veracidad del documental, y no sólo eso: me ofrece información extra -ventaja del documental sobre la ficción- de qué pasó cuando terminó la película: qué pasó después. No se casaron y tuvieron hijos pero el final no pudo haber sido sacado de mejor película de suspense:

Randall Dale Adams fue exonerado en 1989 y ahora es un activista contra la pena de muerte.

David Ray Harris fue ejecutado el 30 de junio de 2004 con una inyección letal.

Su última comida fue una hamburguesa con doble tocino, queso, lechuga, cebolla, mayonesa y tomate, un sandwich de carne BBQ con patatas fritas y ensalada de col, 2 trozos de pastel de café, té con limón, una jarra de limonada y media pinta de leche.

Sus últimas palabras:

"Sir, in honor of a true American hero, 'let's roll. Lord Jesus receive my spirit. I'm done."

No sé a ustedes, pero a mí no puede dejar de entristecerme el imaginar a Harris comiendose sus trozos de pastel con té. La abstracción que plantean las palabras criminal, asesino hacen olvidar la esencia humana de estas personas, que son ellas mismas víctimas de la sociedad en la que viven. El gobierno de Texas lo sentencia a muerte, Ok. Pena de muerte, no estoy de acuerdo, son sus leyes. Pero ¿por qué coño tengo yo que saber que quería tocino en su última hamburguesa? ¿Por qué no le dejan llevarse sus últimas palabras? ¿Por qué convertir su muerte en un espectáculo?

Si Debord estuviese vivo estaría pensando en suicidarse.

Para las mentes morbosas como las mías, directo de la página oficial del Texas Department of Criminal Justice: Las listas de ejecuciones.

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