miércoles, febrero 11, 2009

Los inmigrantes

Les recomiendo esta nota muy bonita en El País de hoy, escrita por Jordi Soler.

Un fragmento:

"Este asunto de los que emigran en el mundo globalizado me recuerda siempre, por contraste, al actor bosquimano N'xau, un hombre que se negaba sistemáticamente a emigrar de Tsumeke, la apacible aldea africana donde vivía. N'xau era el actor bosquimano que se encuentra una botella de Coca-Cola, en el desierto de Kalahari, que sirve de pie argumental para la película Los Dioses deben estar locos (Jaime Uys, 1980). El verdadero oficio de N'xau era el de pastor; antes y después de la película lo que hacía este hombre era cuidar un rebaño de chivas; es decir, que mientras su público ovacionaba sus gracejos en Nueva York, Hong Kong, Oslo o Barcelona, el actor pastor, envuelto en una polvareda salpicada de balidos y clan clans de campana, arreaba una docena de chivas en las afueras de Tsumeke. Unos años después de aquella película que lo lanzó al estrellato, un escuadrón de productores orientales, con lujo de jet, irrumpió en la apacible Tsumke para llevarse al actor pastor a Hong Kong, donde lo esperaban algunos filmes de acción que, supongo, tenían buenas dosis de karate y patadas voladoras. Después de estos filmes regresó a su antiguo oficio de cuidar chivas, a la apacible Tsumke, que, como parte de Namibia, se independizaría de Suráfrica en 1990. Éste es un dato que debe añadirse a la inconveniencia mediática que lo rodeó siempre: no solamente era un actor remoto, que no hablaba ninguna lengua occidental y que, consecuentemente, no daba entrevistas ni juego al mundillo del cine, sino que, además, su periodo de estrella había quedado cifrado antes de la independencia de Namibia, en el pasado histórico de un país de por sí poco conocido. Ignoro si N'xau era una celebridad en la apacible Tsumeke, donde probablemente no hay cine ni máquinas de DVD ni, me parece, luz eléctrica. La noticia de la muerte del actor pastor nos llegó, desde la apacible Tsumke, con 15 días de retraso, hace apenas un lustro. Se cree que al morir tenía 59 años y se sabe que el dinero que le dejó su trabajo en el cine era un montón de billetes que carecían de valor y significado en su aldea y que, un buen día, harto del espacio que ocupaban, dejó un montón de dólares fuera de su casa para que se los llevara el viento."

- Jordi Soler para El País (una vez más)

1 Invaluables opiniones:

Blogger Raül Calàbria dijo, aunque sin mucho sentido ...

tiene su miga la historia. Un final muy poético -y presumo que falso-.
Si pasó de verdad... mecaguenla, no haber estado allí para cazar alguna lechuga al vuelo.

mié feb 11, 09:03:00 p.m.  

Publicar un comentario

<< Home


Locations of visitors to this page