Me conflictúa mucho el sentirme con el compromiso moral de construir un discurso positivo cuando estoy rodeada de estímulos violento-amenazantes.

Creo que hay que tener mucha mala fe o "hacer como que no pasa nada" e ignorar la realidad para poder ser feliz en México ahora. Encerrarme en mi burbuja-recámara y ponerme a ver telenovelas, ya que la opción anterior salgo-bebo-con-los-amigos-criticamos-la-realidad se está transformando en me-caso-tengo-hijos-porque-se-me-está-pasando-el-arroz-no-se-me-ocurre-qué-otra-cosa-hacer-con-mi-vida y como no es opción para mí, al menos ahora, tendría que ir por el Plan B me-junto-con-puro-chavito-emo-que-me-admire-a-quien-me-puedo-chorear-y-así-me-siento-más-joven-y-chingón, que también qué hueva.

Creo que estoy en una etapa de salida tardía de la adolescencia, entrada a la madurez-amargadez, pero la resignación-engordo-me-endeudo namás como que no. Gracias a Shiva, Brahmá y Vishnú siempre tendremos a los hippies, aunque esa historia también es bastante complicada.