El arte popular se apropia del hegemónico
La libertad guiando al pueblo el 28 de julio de 1830, de Eugéne Delacroix.
En 1989 les propusieron a diez alfareras de Ocumicho fabricar figuras con el tema de la revolución francesa. Mercedes Iturbe, directora del Centro Cultural de México en Paris, les llevó imágenes con escenas revolucionarias y les relató la historia. Como tantos pintores y cineastas que construyeron desde su propia imaginación la iconografía que enseñó a ver ese acontecimiento fundador de la modernidad, las artesanas purépechas dieron su versión de la toma de la Bastilla, de María Antonieta y la guillotine.
Fernando del Paso escribió en el catálogo de la exposición que "ningún pueblo o nación del mundo tiene el monopolio de la barbarie y la crueldad". Los indígenas que produjeron estas obras no sabían mucho de la revolución francesa, pero tienen memoria de los horrores realizados por los conquistadores españoles -que se alarmaban de los sacrificios que ocurrían en estas tierras-para imponer la modernidad. El largo trato de estos alfareros con diablos y serpientes en sus obras sin duda les facilitó representar lo que pudo haber de contradictorio y grotesco en la revolución que buscaba la libertad y la fraternidad. La presencia de lo infernal-dice Del Paso -aleja a estas piezas del riesgo naif: pese a la apariencia rústica de sus figuras, los purépechas demuestran saber que "la crueldad del hombre contra el hombre y la ingenuidad no son compatibles".(*)
- Nestor García Canclini en el mismo libro que sigo leyendo, casi llegando al final. Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad.
(*) Fernando del Paso, "¿Al diablo la revolución francesa?", Les trois couleurs d'Ocumicho, Centre Culturel du Mexique, París, 1989, pp. 61-62.
Lástima la calidad de las fotos de las alfarerías de Ocumicho...
Fernando del Paso escribió en el catálogo de la exposición que "ningún pueblo o nación del mundo tiene el monopolio de la barbarie y la crueldad". Los indígenas que produjeron estas obras no sabían mucho de la revolución francesa, pero tienen memoria de los horrores realizados por los conquistadores españoles -que se alarmaban de los sacrificios que ocurrían en estas tierras-para imponer la modernidad. El largo trato de estos alfareros con diablos y serpientes en sus obras sin duda les facilitó representar lo que pudo haber de contradictorio y grotesco en la revolución que buscaba la libertad y la fraternidad. La presencia de lo infernal-dice Del Paso -aleja a estas piezas del riesgo naif: pese a la apariencia rústica de sus figuras, los purépechas demuestran saber que "la crueldad del hombre contra el hombre y la ingenuidad no son compatibles".(*)
- Nestor García Canclini en el mismo libro que sigo leyendo, casi llegando al final. Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad.
(*) Fernando del Paso, "¿Al diablo la revolución francesa?", Les trois couleurs d'Ocumicho, Centre Culturel du Mexique, París, 1989, pp. 61-62.
Lástima la calidad de las fotos de las alfarerías de Ocumicho...
2 Invaluables opiniones:
Que buenas tetas tiene la libertad.
Sí, nunca me había fijado. Parecen operadas, ¿no?
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