martes, agosto 26, 2014

Huxley sobre la calidad artística en la era industrial

Démosle a Londres todo el planeamiento uubano, todos los centros cívicos, todos los suburbios con espacios verdes que el ingenio del hombre pueda crear: aún no será otra cosa que un conjunto de edificios distribuidos en seiscientos o setecientos kilómetros cuadrados. Y aun si cada uno de esos edificios fuera una obra maestra de la arquitectura (lo que es humanamente imposible) el efecto total producido por su aglomeración sería profundamente penoso. Ávila es una ciudad de belleza extraordinaria, pero si la incrementamos quinientas o seiscientas veces, haciéndola así tan grande como Londres, Ávila será horrible, un lugar de monotonía interminable, de tristeza desesperante y agobiante opresión. A todas nuestras grandes ciudades les vendría bien una inmensa cantidad de mejoras. Pero no debemos engañarnos con la creencia de que esas mejoras las transformarán en bellezas. Sólo una destrucción del noventa porciento puede lograr ese milagro.

[...]

La vulgaridad es el precio que debemos pagar por la prosperidad, la educación y la conciencia de nosotros mismos. Ni debemos olvidar la influencia de la cantidad sobre la calidad. En tanto la población persista en su actual densidad la fealdad es inevitable. Pues aun el más hermoso de los objetos se hace horrible multiplicado millones de veces. Aun más horribles serán las repeticiones infinitas de objetos original e intrínsecamente feos.

- Aldous Huxley. Más allá del Golfo de México. 

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