lunes, mayo 24, 2010

Sobre los incentivos a la reproducción en México

El libro de Julia Tuñón me sorprende nuevamente con datos acerca de los incentivos gubernamentales al crecimiento poblacional que no dejan de contrastar con los datos actuales ante el horror de la sobrepoblación mundial y casos tan específicos como la ley aquella del gobernador de Guanajuato hace alrededor de 2 años que prohibía las demostraciones de afecto de los jóvenes en la vía pública (entiéndase besos y manoseo) porque provocaba embarazos no deseados.

Sería maravilloso que todos los mexicanos conocieran detalles como estos de la historia de México. Pero eso ya es mucho pedir, cuando muchos apenas saben leer.

La tendencia al crecimiento poblacional era motivo de orgullo. Quedaban lejos las medidas de control natal tomadas durante el gobierno de Plutarco Elías Calles. En 1937, Marte R. Gómez, a la sazón gobernador constitucional de Tamaulipas, piensa en la posiblidad de poner un impuesto a los célibes mayores de veinticinco años. El lema era "Gobernar es poblar" y aun Miguel Alemán declara con orgullo que la población mexicana aumenta medio millón de almas anualmente. Son los años en que se premia a la madre más fecunda o a la que sigue teniendo hijos no obstante una avanzada edad. Hasta 1930 el crecimiento de la población fue lento. Se acelera entre 1959 y 1960, paralelamente con el aumento de la población económicamente activa.


- Julia Tuñón. op. cit.

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