miércoles, mayo 19, 2010

La cultura del ruido

El mundo se ha vuelto sofocante con tanta gente.

Me gustaría salir a la calle y no ver a nadie y no escuchar ningún ruido humano, mucho menos si es una canción pop de muy mal gusto, un celular o un claxon.

En México la gente tiene pánico del silencio y de estar sola, están convencidos de que estar solo y en silencio es triste o peligroso, de ahí viene su razón para hacer un escándalo insoportable constantemente y siempre buscar la mayor cantidad de gente escandalosa posible para reunirse. No es de extrañar, entonces, que el personaje más representativo de la cultura sea el mariachi, un señor morenito y panzón que siempre viene con su grupo a gritar canciones bajo el balcón de la novia de algún borracho.

Siendo esas sus costumbres, suponen que a uno también le encanta el escándalo, entonces te ofrecen un aventón en coche, pero tienes que chutarte la música a todo volumen y las 20 mil preguntas; te cobran más en un autobús porque tiene televisión que pasa el mismo blockbuster gringo siempre a todo volumen y que no te deja dormir al menos durante 4 horas si es viaje largo; en el transporte público es imposible leer, si no se te desprenden las retinas en un tope o un bache de todas formas hay cumbias a tan alto volumen que ni con técnicas de meditación consigue uno concentrarse.

Y de ahí se sigue que la única forma que tiene uno de viajar sin que le estén haciendo preguntas es acompañado, porque sino enseguida preguntan qué hace una mujer sola, que a donde voy, que si no tengo miedo, cuando lo único de temer son ellos precisamente. Es como aquella parte del poema de Sor Juana "Parecer quiere el denuedo / de vuestro parecer loco / al niño que pone el coco / y luego le tiene miedo." Toda esa violencia contra las mujeres viene de que los hombres presuponen que es peligroso que una mujer ande sola, entonces, cuando ven una sola -y en silencio- por la calle sienten justificado agredirla, porque ella ya sabía que era peligroso.

Entonces, en vez de aprender a vivir en comunidad con el prójimo -no se puede confiar en él porque te engaña y te roba si puede, y además hace un chingo de ruido- tienen un chingo de hijos, para poder estar rodeados de gente en la que pueden confiar, mismos que se rebelarán a la menor provocación por haber estado condenados a vivir hacinados con otro montón de chavitos en una casa muy pequeña y empezarán a llenar las calles produciendo más ruido, llenando más espacio y exigiendo películas de Disney y de Will Smith en la televisión del transporte público a todo volumen y pequeñísimas casas de interés social que destruyen los paisajes solitarios y silenciosos del país. Y esto se repetiría ad eternum si no hubieran venido el narco y el ejército a ayudar con este problema de la sobrepoblación, porque como estamos en un país ultracatólico de derechas, la planeación familiar es impensable más que para las suertudas que viven en el DF y tienen acceso a ideologías menos estupidizantes. Algunos se hartan y se van a un país que queda al Norte donde hay muchas hamburguesas, donde de hecho ya hay varios millones. Entonces los de las hamburguesas se horrorizan, porque estos sí tienen casas grandes, puntualidad, eficiencia entre otro montón de cosas maravillosas que trajo consigo la modernidad y los del país de los mariachis se molestan. Exijen su derecho a reproducir su cultura sin fin y llegar a exigir que se les de un lugar en el mundo, a tomar Coca Cola hasta ponerse obesos, comprar peluches de Mickey Mouse, pelear perros, golpear a sus mujeres, darte un balazo a la menor provocación y hacer ruido también allá. ¡Y hay gente que se manifiesta en ese país para quejarse porque los de las hamburguers están asustados y quieren terminar la situación!

Cada vez es más evidente que la civilización occidental está en decadencia y estamos invadidos por el New Age y su muy ambigua buena onda, el pensamiento asiático y la falta de sentido común. Espero que esto no sea lo que profetizaron los mayas. Espero que no.

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