domingo, septiembre 19, 2010

¡No miréis el pañuelo!

¡¡Vaya sacrilegio!!

Hay quienes contraen el horrible hábito de observar atentamente el pañuelo después de haberse sonado. Ni ésta ni ninguna otra operación está permitida, en un acto que apenas hace tolerable una imprescindible e imperiosa necesidad.

- Capítulo II. Del aseo. Artículo II. Del aseo de nuestra persona. ídem.

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