Huxley sobre la belleza bovina
Penosamente actualizada Etla acababa de realizar un concurso de belleza. Sus resultados estaban sentados en el lugar de honor, exactamente sobre los asientos de las autoridades. Seis reinas de belleza, seis Miss Etla 1933. Las comtemplé incrédulo. Las seis estaban vestidas igualmente en brillante seda artificial color rosa, el color de esas golosinas baratas que nuestras niñeras y padres nunca nos permitieron comer de pequeños. Sus rostros eran muy oscuros, pero estaban empolvados de malva. En cuanto a su silueta... Existe una cierta mezcla de sangre india y europea que da como resultado, por alguna oscura razón mendeliana, un producto humano enteramente nuevo. Las seis Miss Etla pertenecían a él. Su belleza les hubiera permitido ganar todos los premios de una exposición ganadera. ¡Qué carnes macizas! ¿Y han contemplado ustedes alguna vez los ojos de un buey campeón? Como una terrible advertencia la madre de uno de estos ejemplares se sentaba junto a su hija. Las bellezas eran monstruosas pero jóvenes; y hasta la juventud de un monstruo es, hasta cierto punto, encantadora. Los estigmas de la insensibilidad, de la estupidez, de la obstinación bovina aún no estaban marcados profundamente en esos rostros aún adolescentes. La edad no permite disfraces. Eripitur persona, maner res. Lo que quedaba en el caso de la madre era francamente aterrador. Una mirada dirigida a ella hubiera sido suficiente para curar de su gusto por la carne a cualquier pretendiente en perspectiva.
- Aldous Huxley. Más allá del Golfo de México.
- Aldous Huxley. Más allá del Golfo de México.
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