Robert Walser, feliz subalterno
Esos personajes subalternos, esa ética de la subordinación, unen a Borges con Robert Walser, el autor de Jakob von Gunten, esa novela que es al mismo tiempo un diario de memorable arranque: "Aquí se aprende muy poco, falta personal docente y nosotros, los muchachos del Instituto Benjamenta, jamás llegaremos a nada, es decir, que el día de mañana seremos todos gente muy modesta y subordinada."
El propio Walser fue siempre un subalterno y podía perfectamente ser uno de sus propios personajes y también uno de los oscuros personajes de Borjes. De hecho, Walser trabajó de copista en Zurich, acudía de vez en cuando - el nombre parece inventado por Borges para un cuento de copistas o por el propio Walser, pero no lo es, no es inventado - a la Cámara de escritura para desocupados y allí "sentado en un viejo taburete, al atardecer, a la pálida luz de un quinqué de petróleo, se servía de su elegante caligrafía para copiar direcciones o hacer trabajillos de este género que le encomendaban empresas, asociaciones o personas privadas."
Walser trabajó en muchas cosas, siempre de subalterno, decía encontrarse bien "en las regiones inferiores". Fue, por ejemplo, dependiente de librería, secretario de abogado, empleado de banca, obrero de una fábrica de máquinas de coser, y finalmente mayordomo en un castillo de Silesia, todo ello con la voluntad permanente de ir aprendiendo a servir.
- Fragmento de El mal de Montano. Enrique Vila-Matas
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