jueves, mayo 26, 2016

Chulada de poema

Tengo el impuro amor de las ciudades. 
Y a este sol que ilumina las edades 
Prefiero yo del gas las claridades.
A mis sentidos lánguidos arroba. 
Más que el olor de un bosque de caoba, 
El ambiente enfermizo de una alcoba.
Mucho más que las selvas tropicales, 
Plácenme los sombríos arrabales 
Que encierran las vetustas capitales.
A la flor que se abre en el sendero, 
Como si fuese terrenal lucero. 
Olvido por la flor de invernadero.
Más que la voz del pájaro en la cima 
De un árbol, todo en flor, a mi alma
anima La música armoniosa de una rima.
Nunca a mi corazón tanto enamora 
El rostro virginal de una pastora, 
Como un rostro de regia pecadora.
Al oro de las mies en primavera. 
Yo siempre en mi capricho prefiriera 
El oro de teñida cabellera.
No cambiara sedosas muselinas 
Por los velos de nítidas neblinas 
Que la mañana prende en las colinas.
Más que al raudal que baja de la cumbre, 
Quiero oír a la humana muchedumbre 
Gimiendo en su perpetua servidumbre.
El rocío que brilla en la montaña 
No ha podido decir a mi alma extraña 
Lo que el llanto al bañar una pestaña.
Y el fulgor de los astros rutilantes 
No trueco por los vividos cambiantes 
Del ópalo, la perla o los diamantes.

"En el campo". Julián del Casal.

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