viernes, agosto 14, 2015

El pueblo de Madrid.

Tira parejo nuestro querido Fray Servando:

"Casi el día que llegué vi por la calle de Atocha una procesión, y preguntando qué era, me dijeron que era la Virgen puta. Y es que como la imagen es hermosa, la asomaba por entre las rejas una alcahueta para atraer parroquianos. El lenguaje del pueblo madrileño anuncia lo que es, un pueblo el más gótico de España.Una calle se llama de Arranca-culos, otra de Tentetieso, una de Majaderitos anchos, otra e Majaderitos Angostos. Uno vende leche y grita: '¿Quién me compra esta leche o esta mierda?' Las mujeres le gritan: 'Una docena de huevos: ¿ quién me saca la huevera?'

"[...] En los barrios se vive como en un lugar de aldea. Los hombres están afeitándose en medio de la calle y las mujeres cosiendo. El barrio más poblado e insolente es el del Avapiés. Y cuando hay fandango de manolos en los barrios, el del Avapiés es el bastonero. Esta preferencia la ganaron en una batalla de pedradas que se dieron montados en burros. Los reyes mismos tienen miedo de ir por allí, y paseando un día la reina en coche por junto al río Manzanares, donde lava el mujerío manolo, la trataron de puta porque estaba el pan caro. La reina echó a correr, y prendieron a unas treinta, que luego soltaron, porqeu la cosa no era sino demasiado pública.

[...]

En ninguna parte de Europa tienen el empeño que las españolas por presentar a la vista los pechos, y las he llegado a ver en Madrid en el paseo público con ellos totalmente de fuera, y con anillos de oro en los pezones. Lo mismo que en los dedos de los pies, enteramente desnudos, como todo el brazo desde el hombro. Y ya que no pueden desnudar las piernas, llevan medias color de carne. "

- Fray Servando Teresa de Mier. Memorias. Ed. Porrúa.

Miseria catalana

Continuación sobre las impresiones de Fray Servando Teresa de Mier en su visita a Cataluña en 1803. El título de Miseria Catalana viene del libro, ¡ojo!

"Allí no se trata de otra cosa que de sueldos, libras y dineros, y por eso se dice que los mandamientos de los catalanes son tres: libras, sous y dinés. No se oye otra conversación, ni el catalán da paso, ni saca ochavo, sino con la esperanza de ganar; y para hacer limosna a los presos de la cárcel, etc., es necesario rifa. No hay sobre esto distinción de ricos o pobres, señores o gente ordinaria. Estando las tropas en Manresa, el marqués de Albaida, grande de España, coronel de Almansa, alojado en una casa de mucha distinción, como debíamos dar una batalla, determinó hacerse un cinturón de lienzo con onzas de oro cosidas, para llevarlo interiormente, como practican los militares para que les quede algo, si caen prisioneros, con que ayudarse. Mandando su asistente a comprar el género, la señora dijo que se comprase en tal parte, y la niña, su hija, haría el cinturón. Lo hizo muy bien, y el marqués estaba imaginando el regalo que había de hacer a la señorita de un abanico precioso, etc., cuando la señora le dijo: 'Págale a la niña su trabajo'. '¿Cuánto es?' - le preguntó el marqués, turbado. 'Dos quincetas': medio real nuestro.

Me decía el marqués que le vinieron impetus de tirar con la silla en la cabeza. Pero no hay remedio, allí no se da paso sin linterna. Y los sacerdotes, para ir a decir misa a una iglesia, tienen que llevar su vino y su cera. Los parientes cuando van a visitar a sus parientes, tienen que llevar su comida por todo el tiempo que estén, mas que sea un solo día. Oí un gran ruido en mi posada, en Tarragona, y bajé a ver qué novedad era. '¡Qué ha de ser! - me respondió el ama, y era mujer de un comerciante- sino la poca vergüenza de mi padre, que se ha venido a meter a casa sin traer qué comer'.

Me sucedió en Olot, villa grande y rica, que estando conversando con el dueño de mi alojamiento, y pidiendo una pobre limosna a la puerta, dijo: 'Denle limosna a mi padre, y que se vaya'. '¡Su padre de usted!...' 'Sí - me respondió -: es sobrevenido'. Para entender esta respuesta es menester saber que como en toda la España en los títulos y mayorazgos sólo hereda el primogénito, en Cataluña sólo él hereda a sus padres, cualesquiera que sean. Los demás hermanos son sus criados. Y todo el mundo saca el sombrero al hombre del hereu; o si no  hay, de la pubila. El hereu se trata con la distinción de amo desde que nace. Desde chiquito le hacen un asiento pegado en la mesa para que coma sentado. Las hermanas, mas que sean grandes, le están sirviendo de pie con los brazos cruzados, como criadas, y así se llaman ellas mismas. 'Yo no soy - dicen -, más que una criada' para decir que no es la pubila. Cuando, pues, hay pubila y no hereu, es necesario que venga marido de fuera; pero sólo es para engendrar un hereu, como cuenta que en cierto tiempo admitían a los hombres las amazonas. En cuanto crece el hereu toma la administración de los bienes, y echa a su padre a la calle porque es sobrevenido. Cuando el hereu casa, los padres de la mujer exigen precisamente que sus suegros hagan cesión de los bienes y su administración en su yerno, que suelen tratar a los suegros como si fuesen sobrevenidos. Por eso en Cataluña se ven continuamente pleitos en los tribunales, de padres contra hijos, e hijos contra padres. La diosa Matrona es la diosa del país, a quien todo se sacrifica. No hay lengua que tenga por eso más negaciones: il n'y pas, n'y a cap, úy a res. Y lo que hacía mucho reir en las salutaciones  y cumplidos, es que para preguntar por la salud de los niños, aunque sean los más decentes, dice: '¿Cómo está la canalla?' ".

- Fray Servando Teresa de Mier. Memorias. Ed. Porrúa. 

Los catalanes

Impresiones de Fray Servando Teresa de Mier sobre los catalanes, cuando visitó su tierra en 1803.

"(...) su fisonomía me parece la más fea de todos los españoles, aunque son fornidos, altos y robustos. Dicen que Cataluña viene de Gollandia, esto es, tierra de godos, y me parece que es allí donde se ha conservado más su fisonomía. Las narices son de una pieza con la frente. Las mujeres también son hombrunas, y no vi en toda Catalúña una verdaderamente hermosa, excepto algunas entre la gente pobre de Barcelona, hechuras de extranjeros o de la tropa que siempre hay en aquella ciudad de las demás partes del reino. Su vestido es un chaleco, unos calzones, sus zapatos de cuerda de cáñamo o alpargatas, y su gorro de lana colorado. Estas dos últimas cosas las lleva hasta la gente decente y los curas en sus casas. Todos parecen cautivos; y como una parte de la Francia son catalanes, y como tales hacen comercio en América, este gorro encarnado es el mismo gorro encarnado de la libertad francesa. El genio es alborotador y escandaloso por la más mínima cucaña, indómito y revoltoso.

Pero no se parecen a los españoles en ser holgazanes y perezosos. Son agricultores, comerciantes, fabricantes, carruajeros, navegantes, y no se dan un instante de reposo. ¿De qué provendrá esta enorme diferencia? Así como la Europa es la más activa de todas las partes del mundo y no deja en quietud y paz a las otras, porque es la menos rica en producciones, la más pobre y menesterosa, así la actividad de los catalanes proviene de habitar el país más miserable, estéril y montuoso de España. Hombre pobre, todo es trazas, y allí el que no se menea no come. Ellos labran los montes en escalones que llaman bancales, y en cada bancal siembran unas coles que poco medran, y sus hojas verdes son su comida regular, atole de maíz desleído en agua que llaman farinetas, y pan de maíz, centeno o mijjo, que es una semilla pequeña negrita. Sus panes los forman o en ruedas tan grandes como  una adarga, o en unos rollos largos de una vara, y con un cuchillo de dos cachas, como si fuese sierra, van cortando cada día para comer, porque no amasan sino por meses. A las tres de la mañana ya se levantan las mujeres para cocer las coles con agua y sal, y a las tres y media almuerzan los hombres para irse a trabajar toda la noche. De lo que produce su sudor pagan dos partes al dueño del campo, y de la tercera viven. Nunca beben agua en jarro o vaso, ni sin teñirla con vino ordinario; ha de ser en un porrón, esto es, un cantarillo con un caño o pico que levantan al aire, y de allí les está cayendo un chorro regularmente sobre la vuelta del labio superior, y a veces desde el carrillo, por galaneta, porque en esto cabe su vanidad, como en que la punta del gorro colorado venga a caer sobre la ceja. Los forasteros nos desesperamos porque no hay otros vasos, y ellos tienen por una grandísima porquería aplicar los labios. La verdad es que este es un ramo de su economía para no gastar vino, porque aunque se esté bebiendo un cuarto de hora, como el chorro es tan delgado, muy poco vienen a beber. Pero es tan infalible el no beber agua sola, que hasta los niños de pecho, cuando las madres la beben, les dan evacuaciones."

- Fray Servando Teresa de Mier. Memorias. Ed Porrúa. 

jueves, agosto 13, 2015

Desprecio hacia los españoles

Otra cosa que me sucedió recién llegado a Nápoles, y fue que preguntando en un café a un canónigo si sabía español (cosa que no sería de extrañar, pues hasta Carlos III aún salían en español las leyes, aunque los abogados, allí como en Roma, peroran en latín), me respondió que para qué había de saber una lengua de bárbaros. Es increíble el tema que tienen con los españoles en toda Europa. [...]
Ya yo había visto que los clérigos franceses emigrados en España sufrían pacientemente las injurias hasta que les decían español. En Bayona vi que los muchachos llevaban a uno a maltraer, llamándole español, y creyendo que lo era, lo liberté. "¿De qué parte eres de España?", le pregunté. Y me respondió: "Soy francés, sino que me lo dicen por injuria". "Equivale - me dijo un judío que pasaba- a tonto, ignorante, supersticioso, fanático y puerco." Y, desgraciadamente, en cada lugar que he estado de Europa, algún español metía ruido por alguna porquería famosa. Oí después en Inglaterra y Estados Unidos que las madres, para tratar a sus hijos de puercos, les decían que parecían españoles. En realidad son cochinos; pero menos que los portugueses y más menos que los moros, No son muy limpios los italianos; lo son los franceses, aunque no tanto como los holandeses, ingleses y anglo-americanos. 

- Fray Servando Teresa de Mier. Memorias. Ed. Porrúa. 

Era un loquillo ese Fray Servando

Como yo estaba todavía de buen aspecto, tampoco me faltaban pretendientes entre las jóvenes cristianas, que  no tienen dificultad en explicarse, y cuando yo les respondía que era sacerdote, me decían que eso no obstaba si yo quería abandonar el oficio. La turba de sacerdotes que por el terror de la revolución, que los obligaba a casarse, contrajeron matrimonio, les había quitado el escrúpulo. En Bayona y todo el departamento de los Bajo Pirineos hasta Dax las mujeres son blancas y bonitas, especialmente las vascas; pero nunca sentí más el influjo del clima que en comenzando a caminar para París, porque sensiblemente vi desde Montmarsan, a ocho o diez leguas de Bayona, hasta París, hombres y mujeres morenos, y éstas feas. En general las francesas lo son, y están formadas sobre el tipo de las ranas. Malhechas, chatas, boconas, y con los ojos rasgados. Hacia el Norte de la Francia ya son mejores. 

- Fray Servando Teresa de Mier. Memorias. Ed Porrúa.

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