Yo pensé que Pleven, la pequeña ciudad donde vive mi bulgarifamilia, parte del recóndito origen de esta verborrea interminable, era una especie de mezcla de mi subconciente revuelto con mis lúbricos fantaseos nocturnos con el mapa mundi, pero acabo de hacer un alegre descubrimiento, oh, lector, obra de un moderno Marco Polo que surca las turbulentas aguas de las redes de información (en este caso, ejem, por supuesto que soy yo): Pleven, ¡si, el pueblito con olor a cerezas! figura en el mapa artístico-histórico-monumental de la historia. Con ustedes:
El panorama de Pleven, gracias a nuestra siempre fidedigna y pródiga fuente (no me canso de agradecerte) Wikipedia.
Hoy saldré a la calle con la frente altiva y el pecho lleno: soy de Pleven, ¡sí, señores!
A propósito de este descubrimiento, no dejo de sorprenderme de la hipertextualidad de la realidad: despertar temprano - leer (con sentimiento de culpa) lecturas atrasadas sobre el origen del cine - descubrir a
Muybridge, a
Marey, los dioramas y los panoramas - asalto a google, para que me explique ¡qué, eso qué es! ¡dime más! - repaso por la escopeta fotográfica, las representacion tridimensionales de la realidad y ¡BUM!
El panorama de Pleven.
Para continuar con este día lleno de aventuras hipertextuales: ir a pedir una carta de recomendación para pedir una beca para continuar con mi siempre creciente formación - desperdiciar 35 minutos más de mi vida en un tren lleno de agentes que atentan contra mi hambre intelectual no dejándome leer - entregar producciones videográficas de mis enemigos en Cuernavaca para su posible proyección en festivales de no-ficción en Barcelona - e ir a ver la película multiganadora de premios del momento dirigida por los hermanos Coen.
Seguro pasarán muchas y muy variadas cosas más.
Te adoro, realidad.